Una palpable sensación de orgullo recorrió la ceremonia: la
biblioteca digital cuenta con seis mil obras, el puntapié inicial de un
proyecto que, según dijo Horacio González, “guarda los sueños y los tesoros del
país profundo que somos y queremos seguir siendo”.
La comunidad de los
emocionados trabajadores de la Biblioteca Nacional (BN) celebra el lanzamiento
de la nueva página web y la puesta en marcha de Trapalanda, la biblioteca
digital que cuenta con seis mil obras digitalizadas –exlibris, folletos,
libros, manuscritos, fotografías, mapas, música impresa y manuscrita,
periódicos, revistas y producciones audiovisuales, entre otros– que permite
universalizar el acceso a los visitantes y lectores remotos. “Cada vez me gusta
más venir a esta casa, me hallo aquí”, confiesa la ministra de Cultura de la
Nación, Teresa Parodi, acompañada por Horacio González, director de la BN. “Qué
hermoso nombre eligieron; Trapalanda quiere decir ciudad mítica, soñada,
buscada. Las utopías son las cosas que no hicimos todavía, pero que vamos a
hacer. Tenemos la suerte de que la Biblioteca Nacional nos regale Trapalanda,
sus tesoros concentrados por el trabajo de mucha gente”, subraya la ministra.
“Esta biblioteca siempre está dando que hablar de nosotros mismos y también da
que pensar. Trapalanda guarda los sueños y los tesoros del país profundo que
somos y queremos seguir siendo.”
González destaca el “momento fundamental” que está
atravesando la BN. “Durante mucho tiempo se reclamó el pasaje al mundo digital
y lo estamos haciendo de manera que los legados que contiene esta Biblioteca
Nacional y todos sus tesoros bibliotecológicos estén en condiciones de ser
difundidos de una manera mucho más amplia y capaz de alcanzar a todos los que
quieran consultarlos de modo no presencial, lo que hoy caracteriza la vitalidad
de todas las bibliotecas del mundo.” Esta exigencia contemporánea específica se
combina con el hecho de que la BN “sigue siendo una implantación cultural
incisiva, fortísima y definitoria de los rumbos culturales” del país. El nombre
utópico de Trapalanda remite a una utopía comunicacional democrática “que
también debemos cuidar, que debemos interrogar y que debemos hacer progresar
sin anular ninguna de las demás formas de consulta y de contacto físico con
todos los libros”. Esta biblioteca digital tiene “enormes proyecciones en el
futuro”, plantea el director de la BN. Para fines de este año se prevé contar
con más de diez mil obras digitalizadas gracias al software libre Dispace, uno
de los elegidos por las grandes bibliotecas virtuales del mundo porque permite
el acceso desde teléfonos celulares, tabletas y computadoras. Ya se pueden
consultar y descargar los veintiún incunables que custodia la Biblioteca y la
colección de libros antiguos, fechados entre 1500 y 1700, materiales que, hasta
el momento, estaban reservados sólo a los investigadores.
La navegación del sitio –www.bn.gov.ar o trapalanda.bn.gov.ar
es sencilla y rápida. En el rubro
“manuscritos” se despliegan las colecciones de Bernardo Canal Feijóo
(correspondencia), César Tiempo (correspondencia), Dardo Cúneo
(correspondencia), Manuel Belgrano (correspondencia), Silvio Frondizi
(correspondencia) y Leopoldo Lugones, por mencionar apenas un puñado de nombres
del diverso acervo que se puede rastrear online. El “Dogma de obediencia”,
manuscrito de Lugones, es una obra inacabada que la BN compró a la bisnieta del
escritor. Otro tesoro es la traducción de la Constitución Federativa de los
Estados Unidos de América realizada por Mariano Moreno. De los documentos
originales de puño y letra de importantes autores y personajes históricos se
puede saltar al archivo audiovisual y sonoro de conciertos, conferencias,
homenajes, jornadas y demás actividades culturales que se hicieron en los
últimos años, como la charla con los guitarristas de Luis Alberto Spinetta que
coordinó Ricardo Mollo en noviembre de 2012. González pide que proyecten en la
pantalla la “Oración fúnebre del soldado Abreu”, de la época de las invasiones
inglesas. “Me llamó la atención la factura interesante que tiene como oración
fúnebre, un viejísimo género que se practicaba con mucha habilidad y que quizá
con el tiempo fue decreciendo la sutileza desde el punto de vista político.
Spinetta cultiva el género de la plegaria laica; hay una vinculación entre esta
oración fúnebre que, si se la lee con atención, tiene una poética patriótica de
carácter épico muy interesante y estremece un poco verla hoy con las semejanzas
y desemejanzas que tiene respecto del mundo contemporáneo”, advierte el
sociólogo. “Una biblioteca digital es un mundo absolutamente heterogéneo que
tiene catalogaciones y clasificaciones que lo hacen menos heterogéneo, pero hay
un enorme placer de consultarla en esa heterogeneidad que nos permite vincular
mundos aparentemente tan diversos.”
Elsa Barber, subdirectora de la BN, recuerda que hace unos
años una colega le dijo: “‘Desde lo bibliotecológico tiene que ocurrir un
milagro en la Biblioteca Nacional’. Yo creo que ese milagro ocurrió y de ese
milagro formamos parte cada uno de nosotros. Me siento una privilegiada por
participar de esta etapa de la biblioteca”. Ezequiel Grimson, director de
Cultura, aporta un “caso testigo” para reflexionar sobre esta digitalización
que implicó la participación de todos los trabajadores. “Un bibliotecario
encuentra perdido entre los millares de libros de los anaqueles un ejemplar con
anotaciones manuscritas de Borges. La dirección de la biblioteca establece un
programa de investigación sobre el tema, la investigación avanza, desarrolla un
catálogo, se edita el libro Borges, libros y lecturas, el trabajo toma la forma
de una exposición bibliográfica en la sala Marechal, se desarrollan jornadas
bajo el título Borges Lector con especialistas de todo el mundo, se presenta en
la televisión pública el programa Borges por Piglia, que es visto por cerca de
200 mil personas sólo en Capital y el conurbano bonaerense. Y finalmente la
exposición se hace itinerante bajo el nombre Borges itinerarios, siguiendo la
ruta que el escritor recorrió como conferencista entre los años 1949 y 1952, y
así la muestra se presenta en ciudades y pueblos de todo el país.”
María Pía López, directora del Museo del Libro y de la
Lengua que ahora tiene un espacio virtual propio dentro del nuevo sitio de la
BN, festeja lo que define como un proyecto “demencial”. “Antes de tener una
biblioteca digital tuvimos un nombre y un breve texto que todavía figura en la
página y empieza diciendo: ‘Trapalanda, tierra mítica y ensoñada’. Tenemos el
manuscrito más antiguo y la última conferencia que se dio en la biblioteca. Es
un proyecto demencial que por supuesto siempre va a estar inconcluso, a la
espera de que le agreguemos otra obra más, otra partitura más. Y vamos a seguir
alimentándolo como una aventura enloquecida.”