jueves, 11 de enero de 2018

Philip Roth y Milan Kundera: memoria de un diálogo sobre la literatura y los totalitarismos [Entrevista]

En 1980, dos de los más grandes escritores contemporáneos se reunieron para conversar sobre "El libro de la risa y el olvido", por entonces la última novela del autor checo. Kundera ya vivía en París, adonde había llegado como exiliado. En estos días se cumplen 50 años de la Primavera de Praga, un recordado período de liberalización política en lo que entonces era Checoeslovaquia, que terminó aplastado por los tanques soviéticos, meses después. Buena oportunidad para recordar aquella charla entre dos gigantes
Esta entrevista es resumen de dos conversaciones que tuve con Milan Kundera tras haber leído el manuscrito de la traducción de su El libro de la risa y del olvido: una durante su primera estancia en Londres, la otra durante su primera estancia en Estados Unidos. En ambas ocasiones viajó desde Francia, donde su mujer y él llevaban instalados, en calidad de emigrados, desde 1975, en la ciudad de Rennes, en cuya universidad daba él clase. Luego pasó a la universidad de París. Durante nuestras conversaciones, Kundera se expresó alguna que otra vez en francés, pero casi siempre en checo, mientras Vera, su mujer, nos hacía de intérprete a ambos. Luego, Peter Kussi tradujo al inglés el texto checo resultante.
ROTH: ¿Cree que llegará pronto la destrucción del mundo?
KUNDERA: Depende de lo que entienda usted por pronto.
ROTH: Mañana o pasado.
KUNDERA: La idea de que el mundo se precipita hacia su perdición es muy antigua.
ROTH: Entonces, no hay de qué preocuparse.
KUNDERA: Al contrario. Si este miedo lleva desde hace tantísimo tiempo en la mente de los hombres, por algo será.
ROTH: En todo caso, lo que a mí me parece es que ese temor es el trasfondo de todos los relatos de su último libro, incluso de los declaradamente humorísticos.
KUNDERA: Si cuando era un muchacho alguien me hubiera dicho: «Un día verás desaparecer tu país de la faz de la tierra», me habría parecido una tontería, algo inimaginable para mí. Los hombres nos sabemos mortales, pero damos por sentado que nuestro país posee una especie de vida eterna. Pero, tras la invasión rusa de 1968, todos y cada uno de los checos hubieron de enfrentarse a la idea de que su país podía tranquilamente ser borrado de Europa, igual que durante los cinco últimos decenios hubo cuarenta millones de ucranianos obligados a ver cómo desaparecía del mundo su país, sin que el mundo prestara la más pequeña atención. O los lituanos. ¿Sabe usted que en el siglo XVII Lituania era una potencia en Europa? Hoy, los rusos mantienen a los lituanos en sus reservas, como si fueran una tribu a medio extinguir: tienen rigurosamente prohibidas las visitas, para que el resto del mundo no conozca su existencia. No sé qué le reservará el futuro a mi país. Los rusos, sin duda alguna, harán todo lo posible por ir disolviéndolo en su civilización, en la de ellos. Nadie sabe si lo lograrán o no. Pero la posibilidad existe. Y la súbita comprensión de que tal posibilidad existe basta para cambiarle a uno todo el sentido de la vida. Hoy en día, hasta la propia Europa me parece frágil y mortal.
ROTH: Pero, ¿no están radicalmente diferenciados los respectivos destinos de Europa oriental y Europa occidental?
KUNDERA: En cuanto noción histórica cultural, Europa oriental es Rusia, con su propia y concreta historia anclada en el mundo bizantino. Bohemia, Polonia, Hungría, como Austria, nunca han sido parte de Europa oriental. Ya desde el principio participaron en la gran aventura de la civilización occidental, con su gótico, su renacimiento, su reforma -movimiento, este último, que tiene su cuna precisamente en esta región. Fue de allí, de Europa central, de donde recibió la cultura moderna sus más poderosos impulsos: el psicoanálisis, el estructuralismo, la dodecafonía, la música de Bartók, la nueva estética novelística de Kafka y Musil. El hecho de que la civilización rusa se anexionara Europa central (o, al menos, buena parte de ella) dio lugar a que la cultura occidental perdiera su centro de gravedad vital. Es el acontecimiento más importante de la historia de Occidente, en nuestro siglo, y no cabe descartar la posibilidad de que el fin de Europa central haya supuesto también el principio del fin de Europa.
ROTH: Durante la Primavera de Praga, su novela La broma y sus relatos de El libro de los amores ridículos tuvieron tiradas de 150.000 ejemplares. Tras la invasión rusa, fue usted apartado de su cátedra de la academia cinematográfica y todos sus libros desaparecieron de las estanterías de las bibliotecas públicas. Unos años más tarde, su mujer y usted echaron unos cuantos libros y algo de ropa al maletero del coche y no pararon hasta llegar a Francia, donde se ha convertido en uno de los autores extranjeros más leídos. ¿Cómo se siente ahora, en su condición de emigrante?
KUNDERA: Para un escritor, la experiencia de vivir en varios países es una bendición. No se puede entender el mundo sin verlo desde varios lados. Mi último libro [El libro de la risa y el olvido], que nació en Francia, se desarrolla en un espacio geográfico especial: los hechos que ocurren en Praga están vistos con ojos de europeo occidental, y, en cambio, lo que ocurre en Francia se ve con ojos de Praga. Es la conjunción de dos mundos. Por un lado, mi país natal: en el breve transcurso de medio siglo, ha conocido la democracia, el fascismo, la revolución, el terror estalinista y la desintegración del estalinismo, las ocupaciones alemana y rusa, las deportaciones en masa, la muerte de Occidente en su propia patria. De modo que está hundiéndose bajo el peso de la historia y mira el mundo con inmenso escepticismo. Al otro lado, Francia, que fue el centro del mundo durante varios siglos y que ahora padece la ausencia de grandes acontecimientos históricos. Por eso le encantan las posturas ideológicas radicales. Es la expectativa lírica y neurótica de alguna hazaña propia, que sin embargo no va a producirse, ni se producirá nunca.
ROTH: ¿Vive usted en Francia como un extranjero o se siente culturalmente en casa?
KUNDERA: Soy muy amante de la cultura francesa, enormemente, y le debo muchísimo. Sobre todo en lo que se refiere a la literatura antigua. Rabelais es el escritor que yo más quiero entre todos los escritores. Y Diderot. Jacques el fatalista (N. de la R.: de Diderot) me gusta tanto como Lawrence Sterne. Son los mayores experimentos en forma de novela que se han hecho nunca. Y son experimentos, por así decirlo, divertidos, gozosos, llenos de alegría; algo que hoy en día ya no existe en la literatura francesa y sin lo cual todo pierde significación, en el campo del arte. Sterne y Diderot conciben la novela como un gran juego. Descubrieron el humor de la forma novelística. Cuando oigo esas eruditas exposiciones donde se explica que la novela ha agotado sus posibilidades, me doy cuenta de que pienso exactamente lo contrario: en el transcurso de la historia, la novela ha perdido y dejado de explotar muchas de sus posibilidades. Así, muchos impulsos para el desarrollo de la novela que están ocultos en Sterne y Diderot no han sido recogidos por ninguno de sus sucesores.
ROTH: El libro de la risa y el olvido no se da el nombre de novela; no obstante, usted declara en el texto: "Este libro es una novela en forma de variaciones". De modo que ¿es o no es una novela?
KUNDERA: En lo que atañe a mi juicio estético personal, es realmente una novela; pero no pretendo imponerle esa opinión a nadie. Hay una enorme libertad latente en la forma novelística. Es un error pensar que la esencia de la novela está en una determinada estructura típica.
ROTH: No obstante, algo habrá que convierta un libro en una novela y que limite tanta libertad.
KUNDERA: Una novela es una larga pieza de prosa sintética basada en un argumento con personajes inventados. Esos son los únicos límites. Cuando digo sintética, me refiero al deseo del novelista de asir su tema desde todas las perspectivas y del modo más completo posible. El ensayo irónico, la narrativa novelística, el fragmento autobiográfico, el hecho histórico, la fantasía libre… No hay nada que la capacidad de síntesis de la novela no logre combinar en un todo unitario, como las voces de la música polifónica. La unidad de un libro no tiene por qué derivarse del argumento, porque también puede suministrarla el tema. En mi último libro hay dos temas: la risa y el olvido.
ROTH: La risa siempre ha sido algo cercano a usted. Sus libros provocan la risa por medio del humor o la ironía. Cuando sus personajes han de enfrentarse al dolor es porque tropiezan con un mundo que ha perdido el sentido del humor.
KUNDERA: Aprendí a valorar el humor durante la época del terror estalinista. Tenía yo veinte años. Para identificar a alguien que no fuera estalinista, al que no hubiera que tenerle miedo, bastaba con fijarse en su sonrisa. El sentido del humor era una señal de identificación muy fiable. Desde aquella época, me aterroriza la idea de que el mundo está perdiendo su sentido del humor.
ROTH: En El libro de la risa y el olvido, sin embargo, hay otras cosas en juego. En una pequeña parábola, compara usted la risa de los ángeles con la risa del diablo. El diablo ríe porque el mundo de Dios no tiene sentido para él; los ángeles ríen de alegría, porque en el mundo de Dios todo tiene su sentido.
KUNDERA: Sí, el hombre utiliza la misma manifestación fisiológica -la risa- para expresar dos actitudes metafísicas distintas. Si de pronto a alguien se le cae el sombrero encima del ataúd, en una tumba recién abierta, el entierro pierde todo su sentido y nace la risa. Dos enamorados corren por un prado, cogidos de la mano, riéndose. Su risa no tiene nada que ver con ningún chiste ni con ninguna clase de humor: es la risa seria de los ángeles cuando manifiestan su alegría de existir. Ambas modalidades de risa forman parte de los placeres de la vida, pero, llevados al extremo, también indican un apocalipsis dual: la risa entusiasta de los fanáticos-ángel, tan convencidos de su importancia en el mundo, que están dispuestos a colgar del cuello a todo el que no comparta su alegría. Y la otra risa, procedente del lado opuesto, la que proclama que nada tiene ya sentido, que hasta los entierros son ridículos y que el sexo en grupo es una mera pantomima cómica. La existencia humana transcurre entre dos abismos: a un lado, el fanatismo; al otro, el escepticismo absoluto.
ROTH: Lo que ahora llama usted risa de los ángeles es una nueva manera de denominar la «actitud lírica ante la vida» de sus novelas anteriores. En una de sus novelas, dice usted que la era del terror estalinista fue el reino del verdugo y del poeta.
KUNDERA: El totalitarismo no es sólo el Infierno, sino también el sueño del Paraíso: el antiquísimo sueño de un mundo en que todos vivimos en armonía, unidos en una sola voluntad y una sola fe comunes, sin guardarnos ningún secreto unos a otros. También André Breton soñaba con este Paraíso cuando se refería a la casa de cristal en que ansiaba vivir. Si el totalitarismo no hubiera explotado estos arquetipos, que todos llevamos en lo más profundo y que están profundamente arraigados en todas las religiones, nunca habría atraído a tanta gente, sobre todo durante las fases iniciales de su existencia. No obstante, el sueño del Paraíso, tan pronto como se pone en marcha hacia su realización, empieza a tropezar con personas que le estorban, y los regidores del paraíso no tienen más remedio que edificar un pequeño gulag al costado del Edén. Con el transcurso del tiempo, el gulag va creciendo en tamaño y perfección, mientras el paraíso a él adjunto se hace cada vez más pobre y más pequeño.
ROTH: En su libro, el gran poeta francés Paul Éluard se eleva hacia los cielos con el Paraíso y el gulag, cantando. ¿Es auténtica esta anécdota?
KUNDERA: Después de la guerra, Éluard abandonó las filas del surrealismo para convertirse en el mayor exponente de lo que podríamos llamar «poesía del totalitarismo». Cantó la fraternidad, la paz, la justicia, el mañana mejor, la camaradería, en contra del aislamiento, a favor de la alegría y en contra del pesimismo, a favor de la inocencia y en contra del cinismo. Cuando, en 1950, los dirigentes del Paraíso sentenciaron a un amigo suyo, el surrealista Závis Kalandra, a morir en la horca, Éluard no se permitió ningún sentimiento de amistad: se puso al servicio de los ideales suprapersonales, declarando en público su conformidad con la ejecución de su camarada. El verdugo matando, el poeta cantando.
Y no sólo el poeta. Todo el período del terror estalinista fue un delirio lírico colectivo. Es algo que ya está completamente olvidado, pero resulta de crucial importancia para entender el caso. A la gente le encanta decir: qué bonita es la revolución; lo único malo de ella es el terror que engendra. Pero no es verdad. El mal está presente ya en lo hermoso, el Infierno ya está contenido en el sueño del Paraíso; y si queremos comprender la esencia del Infierno hemos de analizar también la esencia del Paraíso en que tiene origen. Es extremadamente fácil condenar los gulags, pero rechazar la poesía totalitaria que conduce al gulag, pasando por el Paraíso, sigue siendo tan difícil como siempre. Hoy, no hay en el mundo nadie que no rechace de modo inequívoco la noción del gulag, pero todavía queda mucha gente que se deja hipnotizar por la poesía totalitaria y se pone en marcha hacia nuevos gulags al son de la misma canción lírica que entonaba Éluard mientras planeaba sobre Praga como un gran arcángel del lirismo, con el humo del cadáver de Kalandra elevándose al cielo desde la chimenea del crematorio.
ROTH: Lo característico de su prosa es la constante confrontación entre lo privado y lo público. Pero no en el sentido de que el telón de fondo de los relatos privados sea lo público, ni de que los hechos políticos invadan las vidas privadas. Es, más bien, que usted continuamente nos está haciendo ver que los hechos políticos están gobernados por las mismas leyes que los privados, logrando así que su prosa se convierta en una especie de psicoanálisis de la política.
KUNDERA: La metafísica del hombre es la misma en la esfera privada que en la pública. Tomemos, por ejemplo, el otro tema del libro, el olvido. Éste es el gran problema privado del hombre: la muerte en cuanto pérdida del yo. Pero ¿qué es el yo? Es la suma de todo lo que recordamos. Así, lo que nos aterroriza de la muerte no es la pérdida del futuro, sino la pérdida del pasado. El olvido es una forma de muerte que siempre está presente en la vida. Ése es el problema de mi protagonista femenina, que trata desesperadamente de preservar la evanescente memoria de su amado marido difunto. Pero el olvido es también el gran problema de la política. Cuando una gran potencia quiere despojar a un pequeño país de su conciencia nacional, acude al método del olvido organizado. Así está ocurriendo actualmente en Bohemia. La literatura checa contemporánea, en la medida en que aún conserve algún valor, lleva doce años sin imprimirse. Hay doscientos escritores checos proscritos, incluidos algunos que ya no viven, como Franz Kafka. Ciento cuarenta y cinco historiadores han sido destituidos de sus cargos, se ha vuelto a escribir la historia, se han echado abajo muchos monumentos. La nación que pierde conciencia de su pasado también va perdiendo gradualmente la conciencia de sí misma. Y, así, la situación política arroja una luz brutal sobre el problema metafísico ordinario del olvido, el que estamos enfrentando todo el tiempo, todos los días, sin prestarle atención. La política desenmascara la metafísica de la vida privada, la vida privada desenmascara la metafísica de la política.
ROTH: En la sexta parte de su libro de las variaciones la principal protagonista, Tamina, llega a una isla en la que sólo hay niños. Estos, al final, la acosan hasta la muerte. ¿Es un sueño, un cuento de hadas, una alegoría?
KUNDERA: No hay nada más ajeno a mí que la alegoría, es decir la historia inventada por el autor para ilustrar alguna tesis. Los hechos, reales o imaginarios, han de tener significado per se, y el lector ha de rendirse ingenuamente a su fuerza y su poesía. Siempre me ha perseguido esa imagen. Incluso, durante cierto período de mi vida, la soñaba de modo recurrente: alguien se encuentra de pronto en un mundo de niños, del que no puede escapar. Y la niñez, que tanto amamos y que tantos sentimientos líricos nos evoca, resulta ser un puro horror. Como una trampa. Este relato no es una alegoría. Pero mi libro es una polifonía en que los relatos se explican unos a otros, se iluminan, se complementan. El hecho básico del libro es el relato del totalitarismo, que deja sin memoria a los seres humanos y los convierte en una nación de niños. Todos los totalitarismos hacen esto. Puede, incluso, que nuestra edad tecnológica, entera, lo haga también, con su culto del futuro, su culto de la juventud y de la niñez, su indiferencia ante el pasado y su modo de desconfiar del pensamiento. En mitad de una sociedad incansablemente juvenil, cualquier adulto dotado de memoria e ironía se encontrará en la misma situación que Tamina en la isla de los niños.
ROTH: Casi todas sus novelas -de hecho, todos los episodios individuales del último libro- hallan su desenlace en grandes escenas de coito. Incluso la parte que lleva el inocente título de «Madre» no es sino una prolongada escena de sexo a tres bandas, con prólogo y epílogo. ¿Qué significa el sexo para usted, como novelista?
KUNDERA: Hoy que la sexualidad ha dejado de ser tabú, la mera descripción, la mera confesión sexual, resultan notablemente aburridas. Lawrence se nos ha quedado anticuado, e incluso Miller, con su lírica de la obscenidad. Y, sin embargo, ciertos pasajes eróticos de Georges Bataille sí que me han dejado una impresión duradera, quizá porque no son líricos, sino filosóficos. Tiene usted razón, todo lo mío termina en grandes escenas eróticas. Creo que toda escena de amor físico genera una luz extremadamente fuerte que pone de manifiesto, súbitamente, la esencia de los personajes, resumiendo su situación vital. Hugo hace el amor a Tamina mientras ella trata desesperadamente de pensar en las vacaciones perdidas con su difunto marido. La escena erótica es el foco en que convergen todos los relatos y donde se localizan sus más profundos secretos.
ROTH: De hecho, la última parte, la séptima, sólo se ocupa de la sexualidad. ¿Por qué es esta parte la que cierra el libro, en lugar de cualquier otra, como, por ejemplo, la sexta, que es mucho más dramática, con la muerte de la protagonista?
KUNDERA: Metafóricamente hablando, Tamina muere entre las risas de los ángeles. Por otra parte, a lo largo de toda la última sección del libro resuena la risa contraria, la que se oye cuando las cosas pierden todo su sentido. La imaginación traza una línea divisoria más allá de la cual las cosas empiezan a parecernos tan ridículas como carentes de sentido. Una persona se pregunta: ¿Tiene algún sentido levantarme por las mañanas, ir al trabajo, luchar por algo, pertenecer a un país, sólo porque así nací? El hombre vive muy cerca de esa frontera, y no es nada difícil que de pronto se encuentre al otro lado de ella. Es una frontera que está en todas partes, en todas las áreas de la existencia humana, e incluso en la más profunda y biológica de todas: la sexualidad. Y precisamente porque es la región más profunda de la vida, la pregunta que se plantea a la sexualidad es también la más profunda de todas. Tal es la razón de que mi libro de las variaciones no pueda terminar en ninguna otra variación, sino ésa.
ROTH: ¿Es, pues, éste el punto más lejano a que ha llegado usted en su pesimismo?
KUNDERA: Tengo siempre mucho cuidado con las palabras pesimismo y optimismo. Una novela no afirma nada: una novela busca y plantea interrogantes. No sé si mi nación perecerá y tampoco sé cuál de mis personajes tiene razón. Invento historias, las pongo frente a frente, y por este procedimiento hago las preguntas. La estupidez de la gente procede de tener respuesta para todo. La sabiduría de la novela procede de tener una pregunta para todo. Cuando don Quijote sale al mundo, éste se convierte en un misterio puesto ante sus ojos. Tal es el legado de la primera novela europea a toda la historia de la novela que vino después. El novelista enseña al lector a aprehender el mundo como pregunta. Hay sabiduría y tolerancia en esta actitud. En un mundo edificado sobre verdades sacrosantas, la novela está muerta. El mundo totalitario, básese en Marx, en el Islam, o en cualquier otro fundamento, es un mundo de respuestas, en vez de preguntas. En él no tiene cabida la novela. En todo caso, me parece a mí que hoy en día, en el mundo entero, la gente prefiere juzgar a comprender, contestar a preguntar. Así, la voz de la novela apenas puede oírse en el estrépito necio de las certezas humanas.
Philip Roth, El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras, Debolsillo, 224 páginas.

lunes, 8 de enero de 2018

Por primera vez un bibliotecario y profesor de Biblioteconomía se presenta a candidato a rector de su Universidad




Julio Alonso Arévalo publicó:" Entrevista a José Antonio Gómez Hernández, el bibliotecario que puede ser Rector de la Universidad de Murcia. En: Desiderata, Año II, n. 7 (2018). Leer entrevista   Sinceramente, y de corazón, podemos decir que la profesión está de enhorabuena, nos "
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Entrada nueva en Universo Abierto

Por primera vez un bibliotecario y profesor de Biblioteconomía se presenta a candidato a rector de su Universidad

por Julio Alonso Arévalo

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Entrevista a José Antonio Gómez Hernández, el bibliotecario
que puede ser Rector de la Universidad de Murcia. En: Desiderata, Año II, n. 7 (2018).

Leer entrevista

 

Sinceramente, y de corazón, podemos decir que la profesión está de enhorabuena, nos vestimos de gala para anunciar que José Antonio Gómez, se presenta como candidato a rector de su universidad.

Conozco a José Antonio desde hace un par de décadas o tres; no podría precisar exactamente cuando en una ocasión entró en mi despacho a saludarme, y enseguida, como corresponde a dos personas apasionadas por el mismo tema emprendimos una conversación larga y extensa en torno a las bibliotecas. Desde entonces siempre hemos mantenido una relación afectiva y de admiración, esto me ha pasado únicamente con 3 o 4 personas. De José Antonio, tal como dice en la entrevista un "bibliotecario de vocación y corazón" me gusta su capacidad de compromiso, su honestidad y el amor por lo que hace, creo que son tres buenos ingredientes para ser un buen rector. También ha desarrollado su experiencia en gestión habiendo sido Decano de su facultad y Director del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia con excelentes resultados.

Pero además, esta candidatura es importante por los conocimientos que puede aportar nuestra profesión a cualquier otra área, ya que somos una disciplina transversal, especialmente por parte de este profesor que es especialista en lo que denominamos Alfabetización Informacional. Como bien dice en la entrevista un profesional de Información y Documentación puede aportar una visión de conjunto en base a algunos aspectos calve en este momento como es la gestión de la información en las organizaciones, la comunicación de la ciencia, la defensa del conocimiento abierto y el derecho a la información; ideas todas ellas asentadas en valores profesionales que nos hacen promover el logro de los demás; tales como impulsar proyectos colectivos, facilitar el aprendizaje, contribuir a las nuevas alfabetizaciones necesarias para la sociedad presente y futura.

Por ello felicito a José Antonio por esta iniciativa, y le deseamos que sea el próximo rector de la Universidad de Murcia.

 

 

 

 

 

 

Julio Alonso Arévalo | enero 8, 2018 en 1:59 pm | Etiquetas: Bibliotecarios | Categorías: Noticias, Uncategorized | URL: https://wp.me/p72Cm4-hGQ
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martes, 2 de enero de 2018

Las telefónicas desembarcan en la TV **

Tienen impedido participar sólo en las localidades de menos de 80 mil habitantes o donde el servicio es prestado únicamente por cooperativas o pymes. Ahora esperan que se las habilite a brindar TV vía satélite para acelerar la competencia con Telecom-Cablevisión.

 

Las telefónicas ya pueden brindar televisión en todas las localidades del país, salvo las de menos de 80 mil habitantes o en aquellos distritos donde actualmente el servicio es prestado únicamente por cooperativas o pymes, donde deberán esperar al menos hasta enero de 2019. La medida busca promover una mayor competencia y convergencia de servicios al sumar un nuevo jugador a la televisión paga, segmento dominado hasta ahora por las cableras y empresas de televisión satelital. La novedad se produce en un escenario que se modificó sustancialmente hace apenas seis meses cuando el principal operador de la televisión por cable (Cablevisión-Grupo Clarín) anunció su fusión con la segunda telefónica del país (Telecom), dando lugar al surgimiento del principal operador de comunicaciones y productor de contenidos de la región. Para equilibrar el campo de juego, el gobierno les prometió a Telefónica y Claro (América Móvil) que las habilitará a prestar televisión vía satélite, pues en la actualidad las telcos no están en condiciones de competir con la red de fibra de Telecom-Cablevisión. Dos fuentes oficiales consultadas por PáginaI12 aseguraron que la medida está en carpeta y podría salir la semana próxima. 

 

El decreto 1340/16 preveía que la competencia comenzaría en enero inicialmente sólo en el Área Metropolitana de Buenos Aires y las ciudades de Santa Fe, Córdoba y Rosario, pero el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) amplió el área a través de la resolución 5641/17 publicada el 22 de diciembre en el Boletín Oficial, el día después de aprobar la fusión Telecom- Cablevisión, la cual todavía requiere el visto bueno de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC), aunque se da por descartado que la oficina antimonopolio también dará luz verde.

 

La decisión de ampliar la competencia en TV paga a las principales localidades del país beneficia a Telefónica y Claro, pero también a Telecom-Cablevisión. Si no se hubiera flexibilizado la norma, Cablevisión debería haber dejado de prestar servicio en todas aquellas localidades donde las telefónicas no pueden hacerlo ya que cuando la CNDC apruebe la fusión dejará de ser formalmente una cablera para pasar a formar parte de una telefónica. Ahora telcos y cableras podrán ofrecer telefonía móvil y fija, televisión y banda ancha, aunque con ciertas restricciones en torno a la posibilidad de realizar una oferta paquetizada.  


En el escenario actual, la competencia será limitada porque Telefónica y Claro no tienen una red de fibra óptica que les permita hacerle frente al poder de mercado de Telecom-Cablevisión. Por eso piden que las habiliten a brindar televisión satelital, lo que les permitiría llegar a los hogares con una oferta de señales audiovisuales sin tener que esperar a avanzar con el fibrado. El gobierno les prometió que saldría un decreto de necesidad y urgencia habilitando esa posibilidad, prohibida en el DNU 267/15. Inicialmente la nueva norma estaba prevista para fin de año, pero no hubo novedades. Fuentes oficiales aseguraron a PáginaI12 que la medida podría salir la semana próxima. Telefónica y Claro todavía confían en la promesa oficial, pese a las presiones de algunas cableras medianas como Telecentro que amenazan con resistir judicialmente esa desregulación.  


Para que el poder de mercado de Telecom-Cablevisión no limite la competencia, Enacom también determinó que en las zonas donde las empresas fusionadas tengan "una posición significativa de mercado", traducida como más del 80 por ciento del mercado, se obligará a la nueva firma a compartir su infraestructura pasiva en el segmento mayorista y se le exigirá que el precio final de su servicio de acceso minorista a internet fijo no supere el vigente en la Ciudad de Buenos Aires, donde sí tiene mayor competencia.


Entre las condiciones que le fijó el Enacom a Telecom-Cablevisión para aprobar la fusión también figura la obligación de respetar el límite de 140 MHz de espectro por operador. Esto significa que la firma del Grupo Clarín debería desprenderse de unos 80 MHz. Sin embargo, el plazo que tiene para hacerlo es de dos años y se espera que durante ese período el límite vuelva a subir cuando anuncien la licitación de nuevo espectro. Por lo tanto, es probable que en los hechos el Grupo Clarín finalmente nunca se vea obligado a devolver esos 80 MHz, aunque deberá esperar a que se suba el límite para poder usarlos. 


Mientras avanza con una regulación diseñada a partir de decretos de necesidad y urgencia, decretos comunes y resoluciones, el gobierno continúa postergando el envío al congreso de una ley de comunicaciones convergentes, tal como se comprometió ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en abril de 2016. El jueves 28 de diciembre el Ministerio de Modernización publicó una resolución que prorrogó por 180 días el plazo para elaborar el proyecto oficial. 

 

** Fernando Krakowiak / Pagina12

 

 

 

lunes, 1 de enero de 2018

El libro que demuele desde adentro todos los pilares del relato setentista

En "Usos del pasado", Claudia Hilb, ex militante de los 70 que se sigue sintiendo de izquierda, cuestiona el modo en que el progresismo elaboró nuestro pasado violento y no teme meterse hasta con vacas sagradas como el juez Garzón

 

Al leer este libro, el primer adjetivo que viene a la mente para calificar a su autora es "valiente". Pero el arrojo no debería ser necesario para expresarse con libertad en democracia; lo que sucede es que hemos transitado una etapa en la cual, en nombre del horror vivido, ciertos temas fueron sacralizados, se fijó un dogma -y hasta por ley la cifra de 30 mil desaparecidos- y cualquier culpable de herejía era entregado a la furia de la plebe.

Claudia Hilb -socióloga, profesora de Teoría Política en la UBA e investigadora del Conicet- militó en los 70 y se sigue considerando de izquierda. Lo dice en la introducción de este ensayo y desde allí escribe. Pero la suya es una mente libre. Libre de plantear las preguntas que dicta el sentido común que los argentinos hemos extraviado en los debates sobre nuestro pasado para atrincherarnos en posiciones irreconciliables, pero sobre todo reduccionistas.

Hilb responde a esas preguntas también con sentido común pero pasado por el tamiz de una erudición no pretenciosa sino como instrumento que le permite fundamentar con racionalidad y envidiable claridad lo que tal vez al inicio fue sólo una intuición, un "estupor" -por ejemplo, "ante el entusiasmo del progresismo vernáculo por la presencia de Fidel Castro en Argentina en 2003"-, o la "perturbación" que le causó la nueva aventura mesiánica de la guerrilla en La Tablada; o la "perplejidad" de ver que nadie cuestionaba que un juez de un país cualquiera pudiera determinar "la persecución de un ciudadano extranjero por crímenes cometidos fuera del territorio".

Como se ve, ningún tema es "sagrado" para ella. En esta compilación de seis breves ensayos que la autora escribió entre 2000 y 2012 (Usos del pasado. Qué hacemos hoy con los 70. Siglo Veintiuno), hay uno imperdible sobre el debate acerca de si los represores tenían derecho a estudiar, desde la cárcel, en la UBA. Lectura imprescindible para todos los que repiten como loros que el ex juez de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni es un gran jurista, ya que fue con su asesoramiento que el Consejo Superior de la Universidad se pronunció. El juez de "a éste cómo lo hago zafar" aplica aquí la misma lógica, pero para el resultado contrario: cómo justifico lo que ya se decidió, es decir, al enemigo ni justicia.  

Ahora bien, a menudo quienes buscaron durante estos años contrarrestar el relato setentista caían en idénticos reduccionismos, en la desmesura y en la búsqueda de una equiparación inconducente y en definitiva auto-descalificante.

Hilb no comete ese error. Ella declara pertenecer a una generación que "murió mucho más de lo que mató", pero se pregunta si la condición de víctimas los exime del análisis de su propia responsabilidad en "el advenimiento del horror". Y, más aún, si los habilita moralmente para decidir "dónde está el bien, dónde el mal".

La teoría de los dos demonios le parece "insatisfactoria", porque "la responsabilidad política de quienes ejercieron de manera criminal la suma del poder público no se puede equipar a la de las fuerzas insurreccionales", considerando la evidente desproporción de víctimas y de medios utilizados. Pero, a diferencia de sus pares -la mayoría de ellos con mayor responsabilidad que la que pudo haber tenido ella-, Claudia Hilb rechaza la comodidad del lugar de víctimas, cuando no de héroes, en la cual tantos de su generación se han instalado tranquilamente. O cínicamente.

Ella recuerda, entre otras cosas, que las organizaciones que optaron por la lucha armada no actuaron sólo en dictadura: "Si bien podría sostenerse que la oposición a un gobierno ilegal los exime de culpabilidad criminal, su oposición previa a un gobierno legal dificulta designarlos tan sólo como 'víctimas inocentes'".

En su intento de determinar esas responsabilidades, propone distinguir entre "violencia puramente reactiva" -por ejemplo, la de un estallido de masas como el Cordobazo- y "violencia instrumentalizada", que es la que "se propone como sustituto de la política", y es el camino que tomaron organizaciones como Montoneros y ERP.

La acción violenta, escribe, "irrumpe en la escena pública" para "transformarla deliberadamente en un campo de batalla donde las fuerzas se miden según la superioridad material en vistas del triunfo definitivo y total".

Vale aclarar que Hilb no critica solamente los errores o las desviaciones militaristas, sino la esencia misma de estas organizaciones -que se erigen en "vanguardias" y sienten que pueden prescindir "de una legitimación mayoritaria" y suplantar la lucha por la hegemonía política por la "lógica del enfrentamiento de aparatos militares"- y también sus objetivos, ya que la autora concluye que la "utopia igualitaria" sólo puede realizarse por la fuerza.

Qué hubiera pasado si la guerrilla ganaba?, se pregunta, considerando que "es posible rastrear, en la historia de las revoluciones modernas, la deriva ineluctable de las utopías radicalmente igualitarias hacia una utopía de ingeniería social igualmente radical".

El ejemplo de la Revolución Cubana, que inexplicablemente para ella algunos siguen ensalzando, es la representación de lo que buscaban las guerrillas argentinas. "La realización más cabal de aquello que anhelábamos", dice Hilb. Y debe concluir, sacrílega, que "aquello que anhelábamos -una sociedad radicalmente igualitaria- sólo podía imponerse bajo la forma de un régimen totalitario", como ha sido y es el castrista.

"Asesinatos, persecuciones, ostracismo y prisión", dice Hilb, han sido el destino de los que se opusieron en Cuba a la concreción de esta utopía igualitaria, que en realidad ya no es utopía, sino realidad en la isla, pero a un nivel de pobreza generalizada y con el sacrificio de todas las libertades.

"La deriva de la Revolución Cubana nos enseña (que) la figura del asceta o profeta revolucionario, que actúa violentamente sobre el mundo para moldearlo en conformidad con la idea, se prolonga en la figura del líder totalitario", concluye la autora.

Por eso le causó tanta desazón la "incomprensible aventura militar en democracia", que fue la Tablada. En enero de 1989 el Movimiento Todos por la Patria -integrado esencialmente por ex miembros del PRT-ERP- intentó copar el Regimiento de La Tablada con el argumento de que allí se estaba gestando una conspiración militar contra la democracia. Lo que esencialmente condena la autora es el hecho de que los guerrilleros fingieron ser carapintadas y entraron al cuartel a sabiendas de que allí no se gestaba ningún golpe con el fin de provocar una reacción popular contra el ejército y entonces sí, ellos asaltarían el poder. Un delirio colectivo pero para Hilb también una reedición del vanguardismo y el recurso a la "manipulación de la realidad fáctica" que es "una figura particular del totalitarismo".

"En el montaje del asalto al cuartel de La Tablada se deja ver, a la vez como caricatura y como tragedia, el destino totalitario del pensamiento revolucionario del siglo XX", concluye.

El Nunca Más explica lo que pasó, pero no por qué pasó ni cómo pudo haber pasado, dice Claudia Hilb.Con respecto al juicio a las Juntas y el Nunca Más, Claudia Hilb considera que permitieron establecer lo que pasó durante la dictadura, pero no "por qué pasó" ni responder a otra pregunta esencial: "¿cómo pudo haber pasado?"

 

"Nosotros -escribe-, mi generación, las víctimas principales (pero no las únicas) de ese Mal, contribuimos a hacer posible su advenimiento. El advenimiento del terror estatal fue la culminación de un largo período de banalización y legitimación de la violencia política y del asesinato político, (de) desprecio del valor  las instituciones políticas de la democracia republicana, en el que las organizaciones armadas de izquierda tuvieron una responsabilidad que no podemos desconocer".

La dictadura y el terror estatal no eran consecuencias necesarias de lo anterior, señala, pero ese estado de cosas contribuyó a crear las condiciones para su advenimiento.

En un interesante paralelo con la Sudáfrica post-apartheid, sostiene que en aquel país se optó por la Verdad, aun sacrificando justicia, mientras que en Argentina el modelo de "juicio y castigo a los culpables" implicó el sacrificio de la Verdad.  

En Sudáfrica se creó una Comisión de la Verdad y la Reconciliación ante la cual todos debían confesar sus crímenes. La condición de la absolución era la verdad completa.

 

Año 1999: el presidente Nelson Mandela dialoga con otro politico, Ahmed Kathrada, en el parlamento en Ciudad del Cabo. REUTERS/File Photo

Sin plantear equivalencias entre quienes aplicaron el apartheid y quienes lo combatieron, el "todos" incluía hasta a los miembros del Congreso Nacional Africano, el partido de Nelson Mandela, que ya era gobierno.

"Trazada la línea del Mal -el apartheid- se ha de asumir la responsabilidad del futuro sobre la base del reconocimiento de la propia responsabilidad pasada. (…) …el dispositivo sudafricano erige una escena de reencuentro: quienes de ella participen serán fundadores del nuevo comienzo", escribe Hilb.

En la Argentina no existe estímulo ni compensación alguna para que los represores confiesen sus crímenes. No cabe entonces lamentarse por un silencio que impide todavía elucidar el paradero de los niños robados a sus madres en cautiverio o el destino de muchos desaparecidos. Dice la autora: "Tal vez sea posible que, veinticinco años después [N.de la R: el ensayo sobre Sudáfrica fue escrito en 2010], nuestra opción por la justicia no exija necesariamente pagar su precio en verdad. Se trata, claro está, de la verdad histórica (…); se trata también (de) poner fin a las consecuencias, insoportables, del silencio de los victimarios".

Acerca de las iniciativas del juez Baltasar Garzón

"¿Sobre qué principios puede una legislación nacional -la española en este caso- desconocer la legislación de otro país?", se preguntaba Claudia Hilb en 1998, mientras que buena parte del espectro político local festejaba la injerencia española. Ella veía en cambio "el peligro de la instrumentalización política" de los derechos humanos, en relaciones de fuerza desparejas ("jamás Bolivia enjuiciará a Thatcher", ejemplifica). Ya que no se trataba de tribunales supranacionales sino de un juez de un país interviniendo en delitos cometidos en otro. Y pretendiendo juzgar todo un proceso histórico.

 

Según Hilb, a esta altura de la civilización, "no existe otra sede para el debate acerca de la legitimidad política que no sea el de las comunidades políticas nacionales". Y aclara: "No rechazo en sí la idea de instancias jurídicas supranacionales si en ellas se expresa la voluntad política de las ciudadanías de los países que las legitiman. Pero no estoy de acuerdo con renunciar a la concretud de los derechos políticos en nombre de la universalidad de los derechos humanos".

Cabe señalar que, en marzo de 2014, España modificó la Ley orgánica del Poder Judicial poniendo fin al absurdo jurídico que significa arrogarse jurisdicción universal.

"Estudiantes indeseables en UBA XXII (o: al enemigo, ¿ni justicia?)" (ensayo escrito en 2012)

"No puedo dejar de sorprenderme ante el giro puramente represivo y retrógrado que, respecto de la condición, carcelaria, adoptan aquí personas que por lo general suelen defender posturas garantistas y liberales en el sentido más propio del término". Esto dice la autora respecto de la decisión de no permitir que represores encarcelados estudiasen en la Universidad de Buenos Aires (programa UBA XXII), porque uno de los argumentos esgrimidos fue el de no dilapidar recursos en quienes "son antitéticos a cualquier forma de convivencia pacífica y democrática". A lo que Hilb recuerda que policías acusados de graves delitos se han graduado en el programa UBA XXII.

Otros argumentos hacen a lo que la autora llama "asco moral", justificado en que la propia UBA fue víctima del Proceso. A lo que Hilb retruca, una vez más apelando al sentido común, que ni la Universidad como institución fue más víctima que otras, ni los profesores y estudiantes secuestrados o encarcelados lo fueron por pertenecer a la UBA. Además, con el mismo criterio, habría que negarles a los represores el servicio de salud -por los médicos que fueron víctimas- o el de justicia -por los abogados y jueces, etcétera.

El argumento más irónico quizás haya sido el de que los represores aspirantes al programa se habían negado a entregar información sobre el paradero de sus víctimas, cuando los mismos que dicen esto son los que se escandalizan ante la propuesta de una reducción de pena a los que cooperen.

Los consejeros universitarios, asesorados por una comisión integrada por Eugenio Zaffaroni, Raúl Ferreyra y Adriana Puiggrós, entre otros, consideran que los militares presos no son recuperables, en una categorización caprichosa y contraria a lo que dice la Constitución sobre la función de la cárcel, la famosa "reinserción social" que tanto invocan a la hora de liberar a delincuentes comunes.

Un cartel del Centro Universitario de la cárcel de Devoto (CUD) donde estudiaron muchos presos emblemáticos, entre ellos, Sergio Schoklender

El libro de Claudia Hilb es un saludable ejercicio de honestidad intelectual y un recorrido crítico y autocrítico de algunos hechos que modelaron la visión que la sociedad argentina ha querido tener de los difíciles años 70.

Contiene también una apelación a sus antiguos camaradas: "Entonces -escribe en referencia al 76-, el horror de la dictadura del Proceso de Reorganización Nacional ahogó en sangre toda posibilidad de reflexión crítica sobre lo sucedido. Hoy, veinticinco años después, es nuestra responsabilidad legar a las generaciones que nos sucedieron un reflexión sin concesiones sobre nuestra responsabilidad pasada".

Fuente: https://www.infobae.com/politica/2017/12/31/el-libro-que-demuele-desde-adentro-todos-los-pilares-del-relato-setentista/


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domingo, 31 de diciembre de 2017

Cómo trabajan los digitalizadores que buscan empujar las bibliotecas al siglo XXI

Facilitar la difusión y reducir la manipulación de los originales para protegerlos son las principales razones de la digitalización. Cuáles son los museos e instituciones argentinas a la vanguardia en esta tarea y las experiencias más destacadas a nivel mundial

 

"En Internet está todo". Si bien esta idea ya se volvió parte del sentido común, no es tan fácil como suena. Para subir un contenido a la red, primero tiene que ser digital. En el caso de las bibliotecas, archivos y museos, el proceso de digitalización avanza a pasos lentos gracias a la voluntad y al ingenio de unos pocos.

Existen dos razones básicas para digitalizar materiales: facilitar la difusión y reducir la manipulación de los originales para cuidarlos. En Argentina, los proyectos de digitalización de colecciones públicas no siempre comparten la misma filosofía, pero sí la falta de recursos.

Matías Butelman y Juan Pablo Suárez tienen en común la influencia del movimiento de la "cultura libre", del "software abierto", del trabajo "colaborativo" y de la filosofía "hágalo usted mismo". Juntos comenzaron a fabricar escaners baratos para instituciones con pocos recursos.

Los planos del primer prototipo los descargaron gratuitamente de un foro online y sobre esa base fueron evolucionando. Una estructura hecha de madera y fibrofacil, una cámara de fotos de gama media, lámparas comunes y un software gratuito son más que suficiente para digitalizar a bajo costo. Su primer proyecto fue en la biblioteca del Colegio Nacional Buenos Aires, y ya hicieron otro modelo que funciona en el Museo de Arte Moderno (MaMBA). Este último cuesta unos 30 mil pesos, con computadora, cámara y todo.

"No teníamos presupuesto, infraestructura, ni prioridad en la agenda de la institución. Estos tres aspectos son los que aplacan este tipo de iniciativas", aseguró Butelman a Infobae. Pero como lo más complicado fue acumular el "know how" (conocimiento), ahora la misión es compartirlo.

Al otro lado de la Ciudad, en la Biblioteca Nacional, el panorama presenta similitudes y deferencias. Si bien en 2013 se adquirieron dos escáners comerciales -que cuestan entre 20 y 30 mil dólares- el proyecto comenzó a fines del ´99 cuando un empleado decidió rearmar una máquina de microfilm que había quedado abandonada en un depósito tras la mudanza del '92. Primero comenzaron digitalizando directamente desde el microfilm. Hoy, Ruben Barbei trabaja en el desarrollo y fabricación de dos nuevos prototipos para escanear directamente papel. Lo hace desde un pequeño taller en la planta baja. También es el encargado de reparar y mantener los equipos que ya tienen.

"No se ha invertido tanto en esta biblioteca en relación al volumen del archivo que tiene, los depósitos son gigantescos. Con la cantidad de documentación que hay podemos estar cien años digitalizando. En nuestro país la cultura nunca es prioridad", explicó a Infobae Miguel Stazzone, jefe del Departamento de Microfilmación y Digitalización. "En la biblioteca de Harvard, por ejemplo, el proceso lo tienen robotizado", contrasta.

Según Stazzone, para llegar al nivel de las bibliotecas más avanzadas, como la del Congreso de Estados Unidos o la Nacional de Francia, sólo hace falta más presupuestodestinado a "tener mejores equipos y capacitar mejor a la gente, nosotros fuimos aprendiendo sobre la marcha y después formando al resto".

Bajo su dirección, actualmente trabajan más de 80 personas en diferentes proyectos que van desde la digitalización de las colecciones completas de los diarios Crónica y Página 12, hasta ejemplares de la biblioteca personal de Jorge Luis Borges (muchos guardan sus anotaciones de puño y letra). "Nosotros hicimos un plan a tres años para digitalizar y cada área determina cuál es la prioridad. Por ejemplo, Tesoro nos mandó algunos incunables", explicó Stazzone.

En el caso de la Biblioteca Nacional "la prioridad es la preservación". La segunda etapa, de difusión y libre accesibilidad, es más problemática debido a la cuestión de los derechos de autor. El catálogo online ya cuenta con 30 mil ítems disponibles, sólo los que han caído en el dominio público.

Valeria Semilla, jefa de Patrimonio del MaMBA, enfatiza la importancia de las denominadas excepciones culturales al pago de derechos de autor. "La ciudadanía paga para que cuidemos las obras y documentos, y debe tener acceso más allá de una exposición en las que nunca está el patrimonio completo". Como en nuestro país las excepciones culturales no están reglamentadas, al subir a Internet material que no sea de dominio público se exponen a juicios por parte de los titulares de los derechos. El nudo de la cuestión está en que no lo hacen con fines de lucro, sino educativos y culturales.

"Los derechos son plata y nadie se lo quiere regalar al Estado. Por ejemplo, María Kodama no te regala ni una hojita firmada por Borges. Si no pagás, no te los deja subir. Se ampara en la ley", señala Stazzone en la misma línea.

La pelea por los derechos también se da en otro países. Robert Darnton, presidente de la biblioteca de Harvard, fue una de las voces que se alzó contra el intento de Google de digitalizar todos los libros del mundo alarmado por las tendencias monopólicas de esta megacorporación. Como alternativa, impulsó la Digital Public Library of America, una federación descentralizada de bibliotecas que comparten contenido digitalizado de dominio público.

"Eso es algo más parecido a lo que se podría implementar acá", asegura Butelman, quien toma la DPLA como modelo. Para eso se necesitan escáners baratos que cada institución pueda armar por su cuenta y un lenguaje común, es decir protocolos de cómo digitalizar, catalogar y compartir contenido. Con ese objetivo a principios de diciembre en el MaMBA se organizó un encuentro de organizaciones que buscan compartir sus colecciones. La idea es poner en común experiencias para superar obstáculos colectivamente.

"Yo fantaseo con que hagamos un encuentro muy grande el año que viene", se entusiasma Butelman, "y saquemos una declaración por el tema de las excepciones culturales. Hay un montón de lobby de las gestoras colectivas de derechos, pero falta que haya voces más fuertes desde nuestro sector".

Stazzone también sueña. "A mí me gustaría hacer una biblioteca digital federal, llevar estos equipos (una vez terminados y patentados) a todos los rincones del país. Traer todo y centralizarlo acá", detalló. Dos visiones diferentes para un mismo objetivo: democratizar más el acceso a la cultura.

"La biblioteca de papel no va a morir nunca, pero lo que sí va a pasar es que crezcan mucho las digitales", pronostica Juan Pablo Bellini a Infobae. Para el líder del proyecto BIDI (Biblioteca Digital) del Grupo VI-DA, entre las bibliotecas de papel y las digitales se genera una simbiosis en la que todos ganan.

"Nosotros tenemos un convenio con 30 universidades, entre ellas la Facultad de Económicas de la UBA. La biblioteca necesita tener contenido digital porque hay un público de chicos estudiantes nativos digitales que no van a ir nunca a la biblioteca tradicional en papel. En cambio, si se les ofrece un servicio digital, esos chicos van a transitar la biblioteca a través de ese medio. En definitiva es la misma biblioteca, pero le agrega valor".

Otras experiencias a nivel mundial

Europeana es una iniciativa regional, nacida en 2008, que incluye a todos los países de la Comunidad Europea. A través de un sitio web proporciona acceso a más de 50 millones de archivos digitalizados que incluyen libros, música y material gráfico, aportado por 2300 instituciones de 28 países: desde manuscritos medievales y colecciones de Vincent Van Gogh, hasta fotografías de la Primera Guerra Mundial y planos de antiguas catedrales.

-El Vaticano atesora uno de los archivos más valiosos de la humanidad. Más de 80 mil manuscritos, 8.900 incunables y textos únicos como la Biblia de Gutenberg. Desde 2013 también comenzó con lento proyecto de digitalización que subió 300 documentos a su catálogo online.

-Un acuerdo entre Google y el Museo de Israel dio origen en 2011 al proyecto digital Manuscritos del Mar Muerto, que puso a disposición del público las versiones digitales de algunos de los manuscritos bíblicos más antiguos. Las imágenes fueron capturadas con extremas medidas de precaución para no dañar las pieles en las que fueron escritos hace 2.000 años. Sólo este proceso costó U$S 3.5 millones.

-La Digital Public Library of America (Biblioteca Pública Digital de Estados Unidos) fue lanzada oficialmente en abril de 2013. Su principal característica es que se trata de una iniciativa descentralizada que nuclea 16 millones de items digitalizados aportados por dos mil instituciones norteamericanas (bibliotecas, archivos, museos, universidades, entre otros). En su amplio catálogo podemos encontrar, por ejemplo, colecciones de pósteres oficiales de enlistamiento en las fuerzas armadas durante las Guerras Mundiales.

 

https://www.infobae.com/cultura/2017/12/31/como-trabajan-los-digitalizadores-que-buscan-empujar-las-bibliotecas-al-siglo-xxi/

 


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